Trazado por Pedro Texeira, el primer plano detallado de la Villa de Madrid data de 1656 y en él aparecen registradas tres pequeñas viviendas ubicadas en el solar en el que hoy se ubica Calatrava 4, edificio de catorce apartamentos en alquiler de Darya Modern Living. El documento más antiguo relacionado con este solar es de 1673 cuando María del Villar, dueña de una de las viviendas, dejó escrito en su testamento que fuese subastada. Dos años más tarde, quedó adjudicada a Andrés Herrero, quien se la cedió a Francisco Orejudo, que compraría en 1681 las casas colindantes para construir una vivienda palaciega. Ésta tenía en 1757 diez balcones, una escalera con arcos ornamentados y barandilla, cava de vino, dos escaleras secretas, dos pozos, un taller de cantería y un alfar de ladrillos. El uso de este tipo de materiales sugiere que la familia Orejudo no pertenecía a la nobleza, pero quizá sí a esa primera aristocracia que surgía en Madrid, ya que sus miembros sí demostraron tener cierto gusto por el diseño barroco y por eso construyeron un espléndido edificio en un barrio humilde, en La Latina, donde vivían comerciantes, curtidores, herreros, posaderos, carniceros o boticarios. En 1775, Francisco Orejudo y Muñoz donó el palacete a la orden de los franciscanos, que poseía un hospital en la misma calle. Desde entonces, su uso ha sido religioso hasta que en 2017 fue adquirido por Dazia Capital –la operación tuvo que ser autorizada por la Santa Sede al pertenecer el inmueble a la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís– para que formara parte del catálogo de Darya Modern Living. Rehabilitado por el arquitecto Antonio Ruiz Barbarin y diseñado por el estudio de interiorismo CODOO, este proyecto, que se presentó esta semana, ha preservado los elementos más singulares que explican estos orígenes, como la escalera, la estructura de madera, la altura de los techos o el patio interior, al que se le ha dado protagonismo.
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