Codoo Studio fueron los artífices de convertir el interior de una antigua casa palaciega del madrileño barrio de La Latina, en catorce apartamentos con un despliegue cañí y castizo. Cuando vengas a Madrid, chulona mía, lo suyo será que te alojes en Calatrava 4, una casa palaciega en el corazón del castizo barrio de La Latina en Madrid convertida hoy, de la mano de Codoo Studio, el arquitecto Antonio Ruiz Barbarín y Darya Modern Living , la división Home de Dazia Capital; en catorce apartamentos de corta estancia que rezuman chotis, verbena y rosquillas del Santo por sus cuatro costados. El proyecto ha preservado los elementos más singulares de sus orígenes, como la escalera central, puertas o hasta tamaños de ventanas , rescatando así parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad pero dotando a su vez a cada apartamento de un estilo muy vanguardista y creativo “El reto era casi cinematográfico y asumimos funciones más próximas a la dirección artística que al interiorismo”, cuentan desde Codoo. “ Hemos querido darle el sabor de ese Madrid que es moderno siendo fiel a la tradición, elevando icónicamente a sus calles y a sus entrañables vecinas, sus barrios y sus gentes , sus casas y sus historias. Particulares y personalísimas visiones de la ciudad recorren las estancias de los apartamentos con fotografías que invitan a descubrir ese Madrid que inspiró en los años 80 y que ahora vuelve a ser telón de fondo de la efervescente producción audiovisual, teatral y musical del país”. Codoo ha buscado en los detalles la forma de “hogarizar” los catorce apartamentos que pueden alquilarse. En ninguno se encontrarán exactamente los mismo elementos, pero sí una línea clara de diseño. Todas las piezas han sido bien adquiridas en locales cercanos y muy madrileños como El Rastro, o hechos a medida por el estudio de interiorismo pero con el espíritu verbenero y cañí que requería el proyecto . El blanco como color soporte ha permitido jugar con los elementos decorativos y de mobiliario para provocar reacciones de colores en los apartamentos, además de piezas de arte. “Los años 80 del celuloide almodovariano se dan cita de forma equilibrada, pese a las calorías, con torreznos y vermú, churros y porras, elementos encontrados en el Rastro y piezas coloristas dignas de un editorial o un luminoso post de Instagram”, concluyen desde el estudio. Toda una declaración de intenciones.
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